Pensar en unas semanas de descanso es una fuente inagotable de motivación y entusiasmo que nos impulsa a lo largo del año. La simple idea de dejar atrás la rutina y desconectarnos de las obligaciones diarias nos llena de energía. Planear un viaje a nuevos destinos, ya sean cercanos o lejanos, despierta una emoción única, una mezcla de anticipación y curiosidad por lo desconocido.
Además de ser una experiencia placentera, los expertos destacan que las vacaciones son fundamentales para nuestra salud mental y emocional. El cerebro, como cualquier otra parte del cuerpo, necesita periodos de descanso y desconexión para recuperar su energía y funcionar de manera óptima.
¿Cuál es la duración perfecta para un verdadero descanso?
Un estudio de la Universidad de Tempere, Finlandia, indica que los beneficios del descanso se sienten desde el primer día, alcanzando su punto máximo al octavo, cuando las preocupaciones laborales desaparecen por completo. Períodos de 2-3 semanas generan efectos más duraderos.
¿Y las vacaciones cortas?
Según un estudio publicado en la Biblioteca Nacional de Medicina de los Estados Unidos, incluso las vacaciones cortas, de entre 4 y 5 días, pueden tener un efecto revitalizante en las personas, siempre y cuando se evite cualquier tipo de conexión laboral durante ese período.
Este descanso breve resulta más efectivo si se priorizan actividades relajantes que promuevan la desconexión y el bienestar personal. Sin embargo, los efectos positivos de estas escapadas suelen ser de corta duración, ya que tienden a desvanecerse rápidamente una vez que las personas regresan a sus rutinas diarias.
Aunque son eficaces en el corto plazo, carecen de un impacto duradero en comparación con períodos de descanso más largos, según consignó Infobae.
«En conclusión, las vacaciones cortas son una ‘cura’ eficaz, aunque no muy duradera, para mejorar la salud y el bienestar de los empleados», expresaron los científicos.