Una insólita e inesperada escena se vivió en un pequeño almacén de la ciudad de Valdivia. Cuando un joven intentó llevar a cabo un asalto a mano armada. Sin embargo, lo que parecía ser una situación de alto riesgo dio un giro completamente inesperado debido a la sorprendente reacción de la dueña del local.
El asaltante, cubriendo su rostro con una capucha y empuñando un arma en mano, ingresó al almacén con la intención de exigir el dinero de la caja registradora. Sin titubear, amenazó a la vendedora, quien se encontraba sola atendiendo en el momento. Con voz firme, demandó que le entregara todo el efectivo disponible, aparentemente decidido a llevar a cabo el delito.
Sin embargo, la dueña del almacén, mostrando una valentía poco común, se negó a cumplir con la exigencia del joven. Durante algunos instantes, se produjo un tenso silencio. El ladrón, visiblemente nervioso y tal vez sorprendido por la inesperada reacción de su víctima, comenzó a titubear. Finalmente, y para sorpresa de todos, tomó una decisión que nadie esperaba: guardó el arma que llevaba consigo, miró a la dueña y, con un tono de voz completamente distinto, pidió disculpas por lo ocurrido.
Reacción de la vendedora
El giro inesperado en los acontecimientos dejó a la vendedora asombrada.
Luego de que la mujer le preguntara «Qué plata?», el ladrón titubea y se arrepiente.
A continuación, compró $100 pesos en dulces, pagándolos con una moneda que llevaba consigo. «Ya, disculpe tía», dijo presentando sus disculpas.
«Sí, pero no se anda jugando con eso», le dijo la vendedora.
Aunque luego de que la señora le regala los dulces, el hombre en un acto de cobardía se robó una bolsa de papas fritas antes de salir del almacén.