La industria del juego es una de las más antiguas y exitosas de Argentina, moviendo millones de pesos cada año. De pequeños salones, la industria ha migrado a grandes establecimientos físicos y, más recientemente, a plataformas en línea que ofrecen slots póquer, ruleta y otros juegos populares. Hoy en día, en medio de un crecimiento acelerado, la comunidad hace un llamado al gobierno y entes de control, exigiendo reformas para garantizar una experiencia segura para los argentinos.
La lotería nacional: los inicios del juego legal en Argentina
Durante los primeros 75 años en la historia de Argentina desde su independencia, la actividad del juego estaba completamente prohibida. Ante los ojos de una población mayormente católica, las apuestas eran de carácter inmoral. Esta mentalidad impactó severamente la legislación en aquel entonces.
Pese a esto, el año 1893 trajo el primer cambio significativo cuando el congreso aprobó la lotería nacional. Esta lotería se enfocaba en la beneficencia, ya que el dinero recaudado estaba destinado para causas filantrópicas. Aun así, fue la primera forma de juego legal en la historia del país.
En el siglo siguiente, el panorama del juego no cambió de manera significativa. Aunque se legalizaron ciertas formas de apuestas deportivas, hubo escasos cambios en materia de legislación.
El Tigre Club: La primera sala de casinos
El Tigre Club, cuya construcción comenzó en los primeros años del siglo XX y culminó con su inauguración en 1912, es un ejemplo destacado de la arquitectura renacentista de la época. Este emblemático edificio fue diseñado por el arquitecto francés Pablo Pater, quien se inspiró en el estilo europeo para darle un toque de elegancia y sofisticación.
El financiamiento del proyecto estuvo respaldado por figuras influyentes de la sociedad argentina, como Ernesto Tornquist, Luis García y Emilio Mitre. Estos empresarios y visionarios buscaban promover un espacio donde los juegos y deportes, como el tenis y las regatas, pudieran florecer. La elección de Tigre como ubicación ideal se debió a su popularidad como destino veraniego, lo que lo convertía en un lugar perfecto para desarrollar un centro de recreación de alto nivel.
En 1927, el Tigre Club dio un paso significativo al habilitar su sala principal en la planta baja como casino. Este se equipó con 25 mesas de ruleta y punto y banca, convirtiéndose en el primer casino de Argentina. Abierto cuatro días a la semana, de diciembre a marzo, se transformó rápidamente en un centro de entretenimiento y turismo destacado a nivel nacional.
Sin embargo, en 1933, una decisión judicial llevó al cierre del Tigre Club. Ese mismo año, se inauguró el Casino de Mar del Plata, y la élite de la época comenzó a preferir esta ciudad costera como su destino vacacional, lo que marcó un cambio en las tendencias de recreación de la sociedad argentina.
El Tigre Club no solo fue un lugar de juego y deporte, sino también un espacio que recibió a destacadas personalidades tanto argentinas como internacionales. Políticos, artistas e intelectuales de renombre, como el poeta Rubén Darío, quien escribió su poema “Divagaciones” en este lugar, así como los príncipes de Gales y Saboya, la escultora Lola Mora, el tenor Enrico Caruso, y figuras políticas como Bartolomé Mitre y Julio Argentino Roca, se contaron entre sus ilustres visitantes.
Del Tigre Club al Casino Central
El Casino Central, construido entre 1938 y 1940, es una obra maestra del reconocido arquitecto Alejandro Bustillo. Inspirado en la parisina Place Vendôme y el estilo Luis XIII, Bustillo logró crear un edificio emblemático que refleja la sofisticación y el refinamiento de la época.
En sus primeros años, las lujosas salas del Casino Central estaban reservadas exclusivamente para la alta burguesía porteña y bonaerense, quienes acudían vestidos con trajes y vestidos de gala, reflejando un ambiente de exclusividad y elegancia. Durante la belle époque, Mar del Plata se consolidó como el destino veraniego preferido por la élite argentina, quienes adoptaron un estilo de vida lleno de lujo y ostentación, similar al de Europa.
A finales del siglo XIX, el casino fue trasladado al Bristol Hotel, donde se convirtieron en habituales figuras prominentes como el entonces vicepresidente de la Nación, Carlos Pellegrini, junto con vecinos ilustres de la ciudad, como Pedro Luro y Saturnino Unzué.
El auge del juego en Mar del Plata fue en parte resultado de las restricciones impuestas en Buenos Aires en aquel entonces. A medida que el interés y las ganancias del juego aumentaban, también lo hacían las exigencias de los jugadores. En 1910, el Club Mar del Plata introdujo las primeras mesas de juego, con croupiers franceses y españoles que supervisaban las apuestas de las personas más adineradas, quienes apostaban grandes sumas en los tapetes verdes.
Con el incremento de la popularidad del juego, surgió la necesidad de encontrar un espacio más adecuado para albergar las grandes partidas de cartas, ruletas y otros juegos de azar. Así fue como se inició el proyecto de la Rambla Casino, que más tarde se convertiría en un ícono de la ciudad.
Con la llegada del peronismo, el control del juego pasó a manos del Estado, aunque las empresas privadas mantuvieron una presencia significativa en el sector. La Rambla Casino, también diseñada por Alejandro Bustillo, es parte de un conjunto monumental que incluye los edificios gemelos del Casino Central y el Hotel Provincial, separados por la Plaza Almirante Brown. Este espacio, originalmente diseñado para incluir piletas techadas, ha sido transformado en una feria de compras, pero sigue siendo un testimonio del esplendor arquitectónico y cultural de Mar del Plata.
La decreto de 1999 y el auge del juego en línea
A medida que los casinos en Argentina se hicieron más populares, impulsados por el auge de innovaciones tecnológicas como las máquinas tragamonedas, el panorama regulatorio no experimentó cambios importantes.
Sin embargo, en 1999, un cambio significativo transformó el panorama del juego en Argentina. La Corte Suprema aprobó un decreto que estableció un modelo federal, otorgando a las 23 provincias del país y a la capital, Buenos Aires, la autoridad para legalizar diferentes modalidades de juego dentro de sus respectivas jurisdicciones. Además, los municipios recibieron ciertas competencias secundarias, como la responsabilidad de realizar comprobaciones de seguridad.
Sin embargo, a pesar de la envergadura de esta reforma, el decreto dejó varios aspectos sin resolver. Uno de los principales problemas fue la omisión del juego en línea, un sector que aún no estaba plenamente desarrollado en ese momento. Aún así, a principios de los 2000, gracias a la proliferación del internet, las plataformas de casinos en línea comenzaban a multiplicarse. Estos sitios web ofrecían versiones digitales de las tragamonedas, la ruleta, el póker, el Plinko, entre otros.
Naturalmente, esto planteó un desafío importante: ¿cómo podían las provincias legalizar algo que técnicamente no existía?
El crecimiento del juego online evidenció las deficiencias del nuevo sistema. Operadores con sede en paraísos fiscales encontraron una vía de entrada sencilla a los mercados locales no regulados, lo que generó una competencia desleal para las casas de apuestas físicas que enfrentaban complicados trámites burocráticos.
Con el avance del siglo XXI, Argentina comenzó a quedarse rezagada en comparación con muchos países europeos y asiáticos en términos de legislación sobre el juego, e incluso respecto a sus vecinos latinoamericanos, en una región conocida por la flexibilidad en sus normativas.
Las acciones del gobierno durante este período fueron inconsistentes y poco efectivas. En 2002, el gobierno comenzó a otorgar licencias a operadores de póquer online, pero seis años después intentó prohibir el juego en internet, creando un escenario de incertidumbre y confusión. A pesar de estos intentos, el juego en línea siguió creciendo, como ocurrió en la mayoría de los países del mundo.
La falta de regulación clara permitió que operadores radicados en paraísos fiscales ingresaran fácilmente al mercado nacional, desplazando a las empresas locales y generando preocupaciones sobre la seguridad de los jugadores. Frente a esta situación, quedó claro que era necesario tomar medidas más efectivas y coherentes para regular el sector.
El panorama actual: ¿cómo se regula el juego en Argentina?
Argentina sigue operando bajo el modelo federal establecido por el decreto de 1999, que delegó la autoridad regulatoria del juego a las provincias. Desde entonces, ha habido algunos cambios menores que han moldeado el marco legislativo actual.
En 2018, los dos principales distritos del país, la Ciudad de Buenos Aires y la Provincia de Buenos Aires, aprobaron una legislación básica que permitía a las empresas privadas ofrecer juegos de azar, de habilidad y apuestas mutuas en línea. Este avance fue seguido por 14 provincias más, incluidas Santa Fe y Corrientes, que adoptaron normativas similares. Sin embargo, todavía existen 16 regiones en el país que no reconocen formalmente el juego online, lo que les impide legislar sobre esta actividad.
La complejidad de la legislación ha llevado a varios intentos de coordinar la regulación del juego en todo el país. En noviembre de 2020, el gobierno dio un paso significativo al aprobar una ley que aumentó el impuesto a las apuestas online del 2 % al 5 %. Además, se incrementó en un 10 % el impuesto para aquellas empresas que operan desde paraísos fiscales.
Estos cambios permitieron al país captar una porción de los ingresos que genera el juego online, marcando un camino hacia una legislación nacional más estricta y coherente en el futuro. Este enfoque busca mejorar la regulación del sector y asegurar que Argentina no solo reciba mayores ingresos fiscales, sino que también logre un control más efectivo sobre las actividades de juego en línea en todo su territorio.
¿Más reformas en camino?
Aunque no hay una cifra exacta, se calcula que la industria del juego en línea superó los mil millones en 2023, mostrando una tasa de crecimiento anual del 11.59%. Dicha cifra ilustra la gran penetración de la industria en el país.
“Los juegos y las casas de apuestas figuran entre las actividades de entretenimiento más populares y de mayor desarrollo en el mundo. Este fervor por jugar se manifiesta particularmente en los países de América Latina, donde el negoció se potenció al aumentar sustancialmente el nivel de conectividad a partir de la pandemia”, comentó Walter Martello, director del Observatorio de Adicciones y Consumos Problemáticos a través de una entrevista con el portal Infobae.
El crecimiento de la industria en Argentina, pese a favorecer a los operadores de casinos y a apuestas en línea, ha generado preocupación por las demográficas más vulnerables, especialmente los que aún no alcanzan la mayoría de edad.
Estas personas tienen más probabilidades de acceder a las plataformas de casinos en línea, ya que han aprendido a usar computadoras desde una edad temprana. Además, están expuestos a una gran cantidad de publicidad relacionada con los juegos de azar en línea.
A través de las redes sociales, actores, influencers y celebridades invitan constantemente a sus seguidores a realizar apuestas relacionadas con el fútbol u otros eventos deportivos. Famosamente, el exfutbolista, «Kün» Aguero, logró una asociación con el popular casino de criptomonedas Stake, que es conocido por sus acuerdos de alto perfil con el Everton F.C. y la Copa del Mundo del Tenis.
“Existen 14 proyectos de ley en la Cámara de Diputados de la Nación que buscan limitar y regular la publicidad que es la piedra fundamental. Tenemos que avanzar rápidamente teniendo en cuenta el crecimiento exponencial de las apuestas, como ejemplo, solamente en el Mundial de Qatar movilizaron 35.000 millones de dólares, un 68% más que el mundial anterior, imaginemos lo que está ocurriendo con la Eurocopa o la Copa América”, añadió Martello.
Actualmente, Martello está trabajando en un proyecto de ley provincial que busca regular la publicidad en los sitios de juego legales. Desde su punto de vista, es urgente establecer una legislación que regule los sistemas de alerta que las plataformas de juego deben implementar para proteger a los jugadores. Esto incluiría la exclusión casi automática de aquellos que realizan apuestas de manera continua o por montos específicos. Además, Martello considera que las empresas de billeteras virtuales deberían establecer filtros y controles parentales más efectivos para garantizar un juego responsable.