Durante la jornada de este lunes, Gonzalo Valenzuela participó en un live de Instagram de la Liga Chilena Contra la Epilepsia, en la que se refirió al complicado momento que vivió cuando se enteró de la condición de salud de su hijo mayor, Silvestre.
Conversando con la neuróloga Keryma Acevedo, en el marco del cierre de la campaña ‘La Actuación de tu Vida’, contó algunos detalles de lo que han aprendido tras el diagnóstico del adolescente.
«Yo tengo un hijo con epilepsia y la gente que no lo ha vivido, y no lo sabe, también tiene que tener conciencia. Silvestre tiene 15 años, a los doce le vino la primera crisis y fue una experiencia bien traumática, yo no sabía, no tenía idea y me tocó vivirlo con él, estaba solo con él, desde ese día cambió mi vida y la de mi hijo», comenzó relatando Gonzalo Valenzuela.
Siguiendo por esta línea, se refirió en el live a la primera crisis que sufrió el menor. «Fue súper fuerte. Yo estaba acá, en mi casa, y mis hijos me pidieron dormir en mi cama. Cuando me fui a acostar, desperté con unos golpes y no entendía qué estaba pasando. Silvestre estaba en un estado irreconocible. Se me paralizó el cuerpo, lo agarré en brazos para que su hermano no despertara».
«Pensé que se me había muerto en un minuto, estaba pálido, con los labios morados. Estuvo inconsciente mucho rato después del ataque» continuó.
El aprendizaje de Gonzalo Valenzuela
Es frente a esto que Gonzalo Valenzuela de inmediato le pidió a un amigo vecino que lo llevara de urgencia hasta una clínica en Reñaca, desde donde lo trasladaron hasta Santiago.
«Fueron cuatro días de espera muy angustiantes, de los resultados, empieza uno a descubrir un mundo nuevo. La incertidumbre es un lugar muy complejo de habitar» confesó el actor.
Para cerrar, aseguró que «es súper traumático, es terrible, pero después ya sabiendo, teniendo claridad de que lo que tiene, de cómo tratarlo, ya es otro cuento, es una anécdota, pasó, ya está todo bien». Además de revelar: «Estamos a la espera, su último ataque fue hace un año, arriba de un avión, imagínate… Pero ahora ya sé que no hay que asustarse, hay que acompañar».