La mañana de este martes en ‘Contigo en la mañana’ hablaron sobre un violento asalto en Calera de Tango, donde los delincuentes maniataron a los adultos y niños. Es en este contexto que el propio Julio César Rodríguez recordó la propia experiencia que le ocurrió a sus hijos en 2016, cuando entraron a robar a su casa.
«A mis niños los amarraron y para mí fue la peor experiencia de mi vida. Fueron los peores tres minutos de mi vida. Es más, yo llegué a la casa y sentí lo gritos, nada más, pidiendo ayuda. Ya se habían ido. Igualmente agradezco eternamente a los ladrones que se portaron bien, dentro de todo. No los maltrataron ni dañaron, solo los dejaron en un clóset» comenzó relatando.
Claramente emocionado, Julio César agregó que sus retoños «estaban con la nana. Yo salí a buscar a mi mamá que venía de Concepción, y cuando llegamos vi que estaba el ventanal abierto, no sé cómo llegué al segundo piso y me pasó una cuestión que no sé si lo he contado, pero estaba amarrada la puerta con una camiseta mía, amarraron la chapa con una baranda que va hacia la escalera para que no pudieran abrir la escalera. Y uno con la adrenalina y todo, la rompí. Y ahí estaban ellos amarraditos. Por eso, son los peores dos minutos de tu vida».
«Cuando me dijeron que no nos había pasado nada, yo los abracé y después, como dos días después, trataba de romper otra camiseta igual y no podía. Y en ese momento fue como romper el papel. Es impresionante la adrenalina, te transformas» comentó.
El cambio en la vida de Julio César
Es en este contexto que Julio César señaló que «con el tiempo ellos también tuvieron ayuda, pero solitos ellos logran estar bien, entienden las cosas, no tienen miedo de quedarse solos, no tienen drama. Por eso quiero traspasar ese mensaje: los niños son resilientes, son poderosos. Logran salir de todo».
«Son experiencias de la vida, por eso me quedé calladito cuando empezó esta nota, porque uno altiro (recuerda)» afirmó.
Para cerrar Julio César dio a conocer que «ese robo me sirvió porque me deshice de todo lo material. Nunca más me volví a comprar un reloj o una joya, en mi casa no hay plata, no hay nada, porque los segundos que vives de tensión y de lo que le puede ocurrir a tu familia, no tiene precio. No hay sensación igual».