A comienzos del año pasado se dio a conocer el peligroso juego de la “Ballena Azul”, el que cobró la vida de varios adolescentes. A este, se suma el “Reto del Clonazepam”, que ha comenzado a difundirse entre los menores de edad chilenos y que tiene en alerta a las autoridades.
Se trata de un reto para escolares, que los incita a consumir altas dosis del medicamento e intentar no quedarse dormido, el que hasta el momento tiene tres casos de intoxicación de adolescentes.
El primero de ellos caso ocurrió a fines de abril, donde siete menores de una escuela de Viña del Mar terminaron intoxicados. El segundo corresponde a cinco alumnos del colegio municipal La Puerta que los llevó a ser hospitalizados. Pero la cosa no termina ahí, porque el último se registró hace un par de días en la Escuela Básica Latina Inés Gallardo Orellana de Villa Alemana, donde dos alumnos también se intoxicaron.
Ricardo González, urgenciólogo de la Clínica Alemana advirtió sobre el peligro de este «juego», asegurando a La Cuarta que: “Le bajan el perfil a la gravedad sobre el uso de estos medicamentos. Lamentablemente, el uso recreacional de estos fármacos ha ido en aumento en forma exponencial. Hace cinco años no veíamos tantos casos, ahora lo vemos casi todas las semanas en hospitales y clínicas”.
Además, agregó que los jóvenes están mezclando el fármaco con alcohol como una forma de potenciar ambos efectos. “Es muy peligroso, porque aumentan los riesgos de las neumonías aspirativas, además de problemas cardiovasculares graves y arritmias”.
Cabe mencionar que el Clonazepam se receta como tranquilizante, ansiolítico y anticonvulsivante para tratar la ansiedad generalizada, fobias, crisis de pánico, entre otras afecciones, y afecta potentemente el sistema nervioso central, por lo que los principales síntomas son somnolencia, dificultad para caminar, la coordinación de movimientos, dificultades para hablar, incluso afecta la capacidad de razonamiento.
“Si la persona está en el semáforo le va a costar razonar si está en rojo o verde”, dice Juan Carlos Ríos, director del Centro Toxicológico de la Universidad Católica, quien además hace un llamado a padres y autoridades, a estar atentos de lo que hacen sus hijos. “Es un llamado de advertencia”.