Un ruso sufrió aprendió de la peor manera a no molestar a una tortuga, luego que intentara besarla en varias ocasiones contra su voluntad.
El hombre fue grabado por sus amigos en el momento en que el animal decidió moderle la lengua y no soltarlo, haciéndolo chillar de dolor.
El reptil no lo soltó hasta que uno de los acompañantes del «acosador» la intimidó con sus dedos y volviera a introducirse en su caparazón.