Cuando entró, su perro no dejaba de ladrar debajo de la cama, por lo que él decidió mirar qué pasaba… Y no encontró nada más ni nada menos que otro chiquillo piluchito!
Al darse cuenta, agarró un cuchillo y salió persiguiendo al patas negras, que no tuvo más remedio que apretar cachete y salir a la calle a potope.